—¡Lo que viene!

Un día como hoy pero un año atrás abrió sus puertas por primera vez esta pieza de nuestro universo, a la cual decidimos llamar Bushi Noodle Bar.

Fue un martes siete de marzo, un martes como cualquier otro, no creo que en un futuro se merezca una página en los libros de historia. 

Sin embargo yo lo venía esperando hace cinco años, decir que estaba ansioso me quedaría corto.

Abrir un emprendimiento gastronómico (entiendo que como cualquiera, pero solo me siento apto para hablar de esto) es una tarea monumental.

Se trata de: el local, los arquitectos, los presupuestos, la obra, las habilitaciones, los bazares gastronomicos, los carpinteros, los gasistas, la vajilla, la cristalería, la comunicación, los presupuestos (si, de vuelta), el personal de cocina, las pruebas de carta, el personal de salon, los proveedores de bebida y más pruebas de carta.

Todo como si fuera una de esas secuencias de película musicalizadas que el director eligió contarte en menos de quince segundos, y de repente, sin darte cuenta abriste las puertas por primera vez.

Esa hermosa y aterradora combinación de satisfacción y pánico que sentí ese martes a la hora exacta en la cual entraron los primeros clientes a cenar, no encuentro palabras para describirla.

Ahora bien, y acá voy a pecar de usar una analogía deportiva (condición que me transmitió mi viejo desde chico) todo este esfuerzo previo es simplemente la entrada en calor antes del partido, solo te estás preparando para lo que viene:

En otra pequeña secuencia de imágenes: las horas, los eventos, los costos, los clientes, los proveedores, los cambios de carta, las goteras, las risas, los llantos, los accidentes, el contexto, el cansancio, el equipo, la felicidad y de repente pasó un año desde ese primer día.

Todos estos detalles, estos destellos, estas imágenes son solo una pequeña muestra de estos últimos doce meses transitados.

Mientras tanto, sentado en la barra del local frente a la computadora junto a mi compañero canino (que también hace doble turno), mirando al equipo de la mañana trabajar me pregunto: ¿cómo será lo que viene?

Me considero una persona privilegiada por diversas razones, una de ellas es que tengo la posibilidad de elegir mi profesión y sin duda es algo que me apasiona.

La otra es que lo hago con el apoyo de mi equipo, socio, amigos, pareja y familia.

Por eso este siete de marzo sin duda pienso en lo que fue, pero más que nada pienso en lo que viene.