—Una historia alcalina

Algunos días atrás un cliente sentado en la barra me preguntó, “¿Por qué el 25 de agosto se festeja el día internacional del ramen?

Cualquier persona que me conoce (quizás ustedes ya lo hacen un poco) ha tenido que sufrir mi necesidad casi visceral de transformar cualquier tipo de información, por más mundana que sea, en un historia.

Si alguna vez se encuentran cerca mío y me escuchan decir súbitamente: “Entonces…” seguido de una pequeña pausa y un aplauso, prepárense porque están a punto de recibir una cantidad de información que muy probablemente a ustedes les resulte innecesaria.

Me gustan mucho las cosas que me gustan, al punto de cierta obsesión.

Teniendo esto en cuenta, que alguien me haga esa pregunta despierta todos mis reflejos pavlovianos.

Es una historia que tiene todo: drama, creatividad, guerras, nombres increíbles y, como si fuera poco, termina con comida.

Entonces … el lugar es Japón en época post segunda guerra mundial. Ahí, un muchacho – un científico, para ser más precisos – que se llamaba Momofuku Andō (¡nombrazo!) ve a un país devastado por las consecuencias del conflicto bélico, principalmente la falta de alimento, y decide hacer algo al respecto. Toma la comida más popular y busca una manera de hacerla accesible para todxs. Lo que inventa es una forma de deshidratar los fideos de ramen para que duren más tiempo. Así nace el “instant ramen”.

El 25 de agosto se celebra el día en el que se funda “Nissin Foods”, la empresa de Momofuku que comercializa su producto. En muy poco tiempo logró alimentar a su pueblo y, de la noche a la mañana, se volvió tendencia mundial.

Hoy en día, ya existen ochenta y cuatro mil quinientos tipos diferentes de ramen de paquete que llenan góndolas con colores fosforescentes. De pollo, de cerdo, de mar, de verduras, más picante, menos picante, fideo grueso, fideo fino. La lista es interminable.

Sin duda, mi búsqueda, y entiendo que también la de muchxs obsesionadxs con esta comida tan particular que la única manera que se me ocurre para describirla es: “un bowl que te abraza el corazón”, ya no pasa más por el “instant ramen” aunque todxs lo hemos disfrutado en algún momento u otro. A todxs nos ha salvado ese paquete lleno de magia.

Sí, el ramen para mi ya se trata de algo completamente diferente pero nunca voy a olvidar la primera vez que le saqué la tapa a uno de esos bowls de telgopor, le tiré agua hirviendo arriba, esperé un minuto por reloj y posteriormente me sumergí en un mundo de sensaciones.

Este mes en Bushi festejamos (a nuestra manera) esta invención novedosa que a mi me llevó a un viaje al cual todavía siento que le faltan muchos kilómetros.

No sé ustedes pero yo si me lo cruzo a Momofuku sin duda le pido una foto.